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27 de febrero, 2013
Policías, casi tan compasivos como los monjes budistas



Los policías, sienten placer cuando ayudan al prójimo y cuando experimentan compasión de forma similar a la de los monjes budistas, reveló un estudio del investigador mexicano Roberto Emmanuele Mercadillo, especialista en ciencias biomédicas.

Esto es cierto, al menos, para los sujetos de la policía municipal de Nezahualcóyotl, Estado de México, con los que el científico hizo pruebas de resonancia magnética funcional.

Mercadillo identificó en ellos una activación del núcleo caudado, que se encuentra en el centro del cerebro, relacionado con la dopamina, sustancia asociada con el sistema del placer del cerebro, que se ha presentado sólo en otro estudio de compasión, el de los monjes budistas cuando practican la meditación Metta o de la compasión.

“No se ha visto en otros estudios de la compasión, ni siquiera en los que se han hecho en activistas de paz o altruistas que deciden donar fondos a alguna organización o gente a la que se le han hecho escuchar enunciados que desencadenan compasión”, precisó.

Sin embargo, afirmó que no es que los policías mantengan un estado de compasión continuo e intencional, como sí es el caso de los monjes, lo que significa es que estos policías experimentan un placer asociado a la decisión de ayudar a otro cuando está sufriendo, un placer real y físico, aún cuando no lo comuniquen. Su código está relacionado con el ideal de servicio y apoyo a la comunidad, lo que provoca una respuesta automatizada de ayudar y ser compasivo, un código con un proceso cerebral que no existe en los civiles.

Esta investigación fue la base para la redacción del libro Retratos del cerebro compasivo, el cual fue presentado ayer en el salón El Caballito, como parte de la programación de la XXXIV Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería.

MUJERES, NATURALES; HOMBRES, CULTURALES

El experimento social con policías le surgió Mercadillo a raíz de otro estudio de compasión para buscar diferencias entre hombres y mujeres. En aquel estudio, los indicadores revelaron que en las mujeres se activan 17 áreas cerebrales, mientras que en los hombres se activan sólo tres.

Los resultados obtenidos le hicieron suponer que las mujeres tienen una actividad mucho más diversa e intensa cuando experimentan compasión:

“Lo interesante es que se activan regiones involucradas en la crianza en la conducta materna, aún cuando las mujeres en el estudio no eran madres”.

Esto supondría que las mujeres tienen un sistema neuronal más sensible para responder de manera inmediata al sufrimiento ajeno, lo que les es útil, porque cuando crían a un bebé pueden inferir las necesidades del infante por los movimientos y expresiones sutiles que éste hace.

Por otra parte, aunque se activan menos regiones en los hombres, la experiencia de compasión adoptada en los dos géneros es la misma; hombres y mujeres dijeron sentir la misma intensidad de compasión cuando veían las imágenes que se les mostraron e, incluso, el mismo tipo de compasión, es decir, una misma experiencia, ocasionada por dos procesos cerebrales distintos.

Mercadillo explica que la compasión es una capacidad que surge de cualidades empáticas evolutivas y es regulada por atribuciones conceptuales morales. Así, las mujeres serían naturalmente más compasivas y los hombres lo serían por cultura. Ellas procesan sintiendo aflicción, les da tristeza y actúan, explicó, y ellos lo hacen más en función de lo que deber ser.

Tras ese estudio, que a algunos grupos feministas no les gustó, Mercadillo quiso saber si podía haber una suerte de entrenamiento de la compasión.

EL EXPERIMENTO POLICÍACO

El estudio fue hecho en tres etapas, la primera, etnografía; la segunda, psicométrica; y la tercera, resonancia magnética. El proceso inicial consistió en observaciones de campo en los policías en general.

En la segunda etapa participaron 45 policías, 15 mujeres y 30 hombres, se les hizo entrevistas a profundidad, se les preguntó qué implica ser policía en Neza, los problemas que enfrentan, cómo desarrollan su trabajo, las diferencias de género que observan, entre otras. Además se les aplicaron 22 pruebas psicométricas distintas.

La tercera etapa, que implica resonancia magnética, se aplicó a 215 policías, de los cuales, 75 eran mujeres y el resto eran hombres. La razón por la que hubo menos mujeres es que proporcionalmente así se constituye el cuerpo policiaco en el municipio.

Los estudios mostraron diferencias similares a los ya encontrados entre hombres y mujeres, pero añadieron el componente de la dopamina, la reacción placentera a la decisión de ayudar.

En estos servidores públicos Mercadillo afirmó: “La compasión se manifiesta a través de códigos morales aprendidos en la práctica policiaca, como el servicio o la ayuda”.

LAS LECCIONES

El científico de 35 años extrae algunas lecciones de estos estudios.

De las diferencias entre hombres mujeres dice que es necesario superar la dicotomía naturaleza-cultura, o pensar que una es mejor que la otra; hombres y mujeres son igualmente compasivos, aunque sea por procesos distintos, “hay que situar al humano como un ser biológico y social que busca la cooperación”, afirmó.

Roberto Emmanuele explicó con entusiasmo que un programa de formación empática de las policías municipales sería una buena estrategia, pues son los uniformados los que están en contacto con la ciudadanía. Los resultados no sólo dan la pauta del tipo de programas que se tendrían que aplicar en las instituciones policiacas, sino que también arrojan datos esperanzadores sobre cómo se puede lograr una sociedad más empática en la práctica.

La tesis del científico es que si la noción de ayuda y servicio fuera parte de un código más común y mucho más marcado en los sistemas escolares y familiares, posiblemente estaríamos más motivados a ayudar al prójimo y a ser cooperativos, dado que esto nos causa placer y, como animales, tendemos a reforzar todo lo que nos estimula esta sensación.

Fuente: http://eleconomista.com.mx/

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