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Chi-I organizador de la escuela T'ien T'ai



Le dio claridad a la escuela t’ien t’ai
Chih-i fue la primera persona en la historia del budismo chino que estableció una clasificación completa, sistemática y crítica de la enseñanza budista. Fundó la escuela t’ien t’ai, que llegó a ser la principal secta budista en China. En el siglo IX llegó a Japón, donde se desarrolló como la escuela tendai.

Aunque la escuela t’ien t’ai considera a Chih-i como su cuarto patriarca, desde el punto de vista histórico es su fundador, ya que fue él quien sistematizó las doctrinas de esa escuela y las redondeó.

Niño prodigio
Nació en el año 538. Su padre fue un prominente funcionario del gobierno y su madre una budista devota. Se dice que cuando tenía siete años visitó un templo e impresionó a los monjes al memorizar el capítulo 25 del Sutra del Loto, el que trata acerca del bodhisatva Avalokiteshvara, después de oírlo apenas por primera vez. Este fue el primer acontecimiento notable de su vida ya que, a pesar de su tierna edad, al parecer había comprendido todo su significado en un solo destello de intuición.

Chih-i habrá recibido la educación acostumbrada para los miembros de su clase, abarcando por completo los clásicos confucionistas y los textos del taoísmo, así como lectura y redacción de poesía y de literatura de elevado nivel. Sus textos muestran un amplio conocimiento de la literatura secular y religiosa y podía expresarse muy bien no sólo con los monjes budistas de su tiempo, sino también con la sociedad en general.

Comprensión temprana de la impermanencia
Eran días de mucho desorden y la dinastía Liang, acosada por rebeliones y disturbios, llegó a su fin en el 557. En todas partes se notaban los efectos de la falta de gobierno. Los cambios en la situación política privaron a la familia de Chih-i de su antiguo poder y estatus. Después murieron sus padres y, finalmente, cuando vio que se derrumbaba una gran biblioteca, con mucho dolor se dio cuenta de la impermanencia de todas las cosas mundanas y decidió abandonar la vida hogareña. A sus 17 años se convirtió en monje y se familiarizó con todas las doctrinas mahayanas prevalecientes.

Su maestro Hui-Ssu y la triple verdad
Cuando tenía 23 años conoció a su maestro Hui-ssu, que en ese entonces vivía retirado del mundo. Chih- i conocía la reputación de Hui-ssu como maestro de incomparable habilidad y comprensión, así que realizó el arriesgado viaje hacia una región azotada por la guerra para buscarlo y por fin lo halló en el monte Ta-su, donde vivía.

Chih-i se quedó siete años junto a Hui-ssu, estudiando el Sutra del Loto con él y profundizando en sus logros. Tradicionalmente, se considera que Hui-ssu es el tercer patriarca del t’ien t’ai y él transmitió a Chih-i la doctrina de la “triple verdad” que el segundo patriarca, Hui-wen, expuso por primera vez. Esta doctrina se deriva del énfasis que Nagaryuna hace sobre la vacuidad de los fenómenos condicionados. Lo cierto es que el t’ien t’ai contempla a Nagaryuna como su primer patriarca.

La primera verdad afirma que todos los fenómenos, puesto que no poseen una realidad independiente, son vacuos. La segunda verdad sostiene que, no obstante, los fenómenos tienen una existencia aparente, limitada en el tiempo. La tercera verdad prevalece sobre las dos primeras y las incluye. Es la verdad “de la mitad” y es equiparada al tathata, la “talidad”, “así es”, el verdadero estado de las cosas que no se encuentra fuera de los fenómenos. El mundo fenoménico siempre cambiante es idéntico al mundo como es en realidad. El conjunto y todas sus partes son lo mismo. Todas las cosas están tan bien unidas unas con otras que cada una de ellas contiene a las demás.

Su primera experiencia como maestro
En el 557 Chih-i dejó a Hui-ssu y el monte Ta-su y se dirigió a Chien-k’ang, hoy Nanking, que en ese entonces era la capital de la dinastía Ch’en. Ahí creció muy rápido su reputación como maestro y fue convocado para exponer el Dharma no sólo a sus compañeros monjes sino también a los miembros de la corte real y a los hombres y mujeres del pueblo.

Nace la escuela t’ien t’ai

A pesar de esta señal de éxito, Chih-i sintió que eran muy pocos los seguidores que parecían captar el verdadero significado de sus doctrinas y en el 575, cuando tenía 37 años, de pronto se fue de Chien-k’ang y viajó al sur, al monte T’ien t’ai, en la costa de la provincia de Chekiang. En esa remota región montañosa, afamada por sus bellos paisajes escarpados, Chih-i se estableció y se dedicó a la práctica. En este lugar su fama como maestro llegó a ser tan grande que el emperador de la dinastía Ch’en decretó que las recaudaciones de todo un distrito en las cercanías de la montaña se utilizaran para subvencionar al maestro y su comunidad, la naciente escuela t’ien t’ai, que basaba sus enseñanzas principalmente en el Sutra del Loto.

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