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La gloria del mundo literario
En un artículo titulado La gloria del mundo literario (publicado en: Sangharakshita, The Priceless Jewel, Windhorse, Glasgow 1993), Sangharákshita buscó transmitir una idea de lo que podría significar eso. Hace una cita del Ensayo sobre la literatura, del escritor chino del siglo III, Lu Chi:

Escribir es, en sí, una delicia.
Sin embargo, santos y sabios lo han visto desde hace mucho tiempo con temor,
porque es el ser, creado al labrar el gran vacío
y es el sonido, que resuena desde el silencio profundo.
Una hoja de papel contiene el infinito
y a partir de un corazón diminuto se extiende un eterno panorama.
Conforme se expanden las palabras se vuelven tan evocadoras.
El pensamiento, perseguido aún, corre y cala profundo
y hasta las flores en todo su esplendor exhalan su fragancia que todo lo impregna.
Por las tiernas ramas corre la savia y crecen para alcanzar una jungla de esplendor.
Vientos fulgurantes extienden sus alas luminosas,
soplan veloces brisas que se levantan de la tierra
y como aureolas que surgen entre todos éstos,
se eleva la gloria del mundo literario. (Cyril Birch, editor, Anthology of Chinese Literature, Penguin, Londres 1967, p.225)

El concepto de las bondades de la literatura que tiene Lu Chi es igual de valioso y evocador:

El merito de la literatura
radica en transmitir cada verdad.
Expande el horizonte para hacer infinito al espacio
y sirve como un puente que se extiende por miles de años.
Traza para la posteridad todos los caminos y brechas
y refleja imágenes de ancianos venerables.
Vuelvan a levantarse los ruinosos edificios de los reyes sabios de la antigüedad
y que se escuchen a todo pulmón sus voces amonestadoras,
llevadas por el viento desde antaño.
Ninguna región le es tan remota, pues todo lo abarca.
Ninguna verdad le es tan sutil que no la pueda tejer dentro de su vasta red.
Como la neblina y la lluvia impregna y nutre,
manifiesta los poderes de transformación que comparten los dioses y los espíritus,
hace que perdure la virtud y la irradia sobre el latón y la piedra
y resuena en una eterna corriente eterna de melodías
que se renuevan continuamente en alientos y cuerdas. (Ibíd., p.222)



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Cada discípulo toma lo que necesita

Las cualidades que Lu Chi observa en la literatura son las cualidades de la budavachana. Hay semejanzas entre lo que él señala sobre la literatura y lo que el Buda afirma acerca de su enseñanza en el Sutra del Loto Blanco que es una de las escrituras más veneradas en el budismo Mahayana en general y el budismo Sino-japones en particular:

Es como una gran nube
que se levanta en el mundo
y termina por cubrirlo.

Esta nube benéfica está cargada de humedad,
el relámpago brilla y destella
y el sonido del trueno reverbera a lo lejos,
motivo por el cual la multitud se regocija.
Los rayos del sol se velan y se ocultan,
una clara frescura se posa sobre la tierra,
masas oscuras descienden y se expanden,
casi se pueden tocar.
La lluvia cae por todas partes,
desciende en los cuatro puntos cardinales.
No es posible medir su flujo y saturación,
que alcanzan cada punto de la tierra,
las barrancas, los valles de las montañas, las corrientes,
los sitios remotos y aislados donde crecen
plantas, arbustos, hierbas medicinales,
árboles grandes y pequeños,
centenares de granos, germen de arroz,
caña de azúcar, viñedos.
La lluvia lo baña todo,
a nada le falta su porción de agua.
El terreno se empapa parejo en todas partes,
plantas y árboles lucen exuberantes.
Lo que de las nubes cae es agua de un solo sabor
pero las plantas y los árboles, los matorrales y los bosques
toman cada uno la humedad que necesitan de acuerdo con sus dimensiones.
(Burton Watson, traductor, The Lotus Sutra, Columbia University Press, Nueva York 1993, pp. 100-101)


Fuente: Teachers of Enlightenment, Kulananda, Windhorse Publications.


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