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Segunda reacción: desesperanza
Sin embargo, al final, cuando la reacción inicial se vaya agotando, una reacción distinta se posesionará de nosotros, la desesperanza. El problema es demasiado grande, implica demasiado y no hay mucho que podamos hacer. Entonces tratamos de olvidarnos del asunto y ocuparnos de nuestra propia vida, donde ya hay suficientes problemas personales. Nos apena que otros estén sufriendo pero al menos podemos tratar de disfrutar nuestra existencia. Sospecho que es así como muchas personas reaccionan ante los problemas mundiales.
Sin embargo, talvez, esta actitud de retirarse de las preocupaciones públicas para enfocarse en las más personales no es digna de un ser humano, al menos no de alguien que está intentando ser un ser humano en el más completo sentido del término. Representa una abdicación de la responsabilidad. De manera que como uno carece de toda esperanza de poder llevar a cabo cualquier tipo de solución para esos grandes asuntos y puesto que tampoco es posible hacerlos a un lado e ignorarlos, entonces
¿Qué es lo que hay que hacer?
Los problemas del mundo, por su propia naturaleza, son esencialmente problemas grupales y siempre lo han sido. Lo que es novedad es el tamaño de los grupos involucrados y el poder de destrucción con el que cuentan. No obstante, independientemente de su tamaño, los problemas que surgen de esos grupos no se pueden resolver en un nivel grupal. Lo más que se puede lograr en un nivel grupal es un equilibrio precario del poder que hay entre los intereses en conflicto. Y el equilibrio, como es bien sabido, se puede romper en cualquier momento.
Las soluciones más profundas son a largo plazo
Por lo tanto, necesariamente, la única esperanza que le queda a la humanidad es una solución a largo plazo, que implique a más personas que vayan teniendo clara la necesidad de desarrollarse como individuos y cooperar en el contexto de las comunidades espirituales, para causar, de diversas maneras, un impacto en el mundo o en “el grupo”. En mi opinión, las alternativas ante nosotros son entre una "evolución" (y me refiero a la evolución no biológica sino del individuo) o la extinción. Hasta ahí mi diagnóstico general de la situación que enfrentamos.
Cuatro cursos de acción que puede emprender un individuo.
Ahora bien, para efectos prácticos en busca de un remedio yo recetaría cuatro cursos de acción que puede emprender un individuo.
1. Autodesarrollo
Nos referimos en esencia al desarrollo de la mente, elevando la conciencia a niveles cada vez más altos. El desarrollo humano consiste básicamente en esto y, para la mayoría de la gente, el camino para conseguir algo así pasa por la meditación. En sus fundamentos, la práctica de la meditación implica tres cosas. Primero concentración, la integración de todas nuestras energías, conscientes e inconscientes. En segundo lugar implica llevar la conciencia a estados por encima de lo personal, abandonando el plano del ego para alcanzar dimensiones superiores, más amplias e, incluso, cósmicas. En tercer lugar implica la contemplación, la percepción directa de la mente sin trabas, la mente en un estado de conciencia más elevada, atisbando en las profundidades primordiales de la existencia, donde uno se topa de frente con la realidad. La meditación tiene que ver con conseguir todo esto. Hay muchos métodos diferentes, sólo hace falta encontrar un maestro que nos enseñe uno o dos de ellos. Después hay que practicar esa enseñanza con regularidad. Eso es todo, en realidad.
El aspecto más exigente del autodesarrollo consiste en lo que uno hace con el resto de su vida para apoyar su práctica de meditación. Hay que cuidar la salud, simplificar nuestra vida tanto como sea posible, abandonando las actividades, intereses y contactos sociales que evidentemente son un desperdicio de tiempo. Hay que tratar de que nuestra vida y, en especial, nuestro modo de ganarnos la vida tengan como base unos principios éticos. Hay que dedicar un rato al estudio, quizá trabajando sólo medio tiempo. Por supuesto que nos referimos al estudio del Dharma, aunque también al estudio de otras materias de interés humano en general, como la filosofía, la historia, las ciencias y la religión comparada. Por último, hay que buscar la oportunidad para refinar y desarrollar nuestras emociones, particularmente por medio de las bellas artes.
Lo primero será siempre el autodesarrollo. Independientemente de lo activo que se encuentre uno en cualquier área externa, ya sea en la política, la social, la educativa o la que fuere, si uno no está tratando de desarrollarse no podrá contribuir en verdad de manera positiva con nada ni con nadie.
2. Unirse a una comunidad
No implica esto necesariamente que uno se inscriba a alguna especie de entidad organizada ni que viva bajo el mismo techo con otras personas que aspiren a ser individuos. Lo que significa, sencillamente, es estar en contacto personal, regular y sustancial con otros seres que también procuren desarrollar su individualidad. Significa poder disfrutar y obtener no sólo el afecto psicológico del grupo sino también el reto de una auténtica comunicación y un intercambio espiritual genuino.
3. Desprenderse del respaldo de los grupos o entidades que más bien desaniman de un modo directo o indirecto el desarrollo del individuo
La fuerza de los grupos se debe a sus miembros, así que un primer paso básico para debilitar el poder de un grupo es dejar de ser uno de los miembros que lo sustentan. De otra manera uno está jalando en dos sentidos opuestos, por una parte intenta ser un individuo y por la otra presta su apoyo a esas mismas fuerzas que obstaculizan su proceso. Si uno quisiera llevar este principio hasta su conclusión esencial dejaría de apoyar al Estado, que es el grupo primordial de los grupos, aunque es evidente que estamos hablando de algo sumamente difícil, si bien sería lo más deseable.
4. Estimular el desarrollo de la individualidad dentro de todos los grupos a los que uno inevitablemente pertenece
Puede darse el caso de que uno no consiga evitar tener un círculo de amigos o conocidos, ya sea en casa o en el trabajo, constituido por personas que no tienen interés por ningún tipo de autodesarrollo. Quizás uno tenga que seguir siendo nominalmente miembro de algún grupo. No obstante, es posible afirmarse en lo que uno cree y expresarlo cada vez que parezca adecuado hacerlo. Cabe siempre la posibilidad de actuar de acuerdo con los propios ideales, aún cuando los demás no puedan o no parezcan capaces de entender lo que uno está haciendo. La mejor manera de desmantelar un grupo es simplemente animar a las personas que lo forman a que piensen por sí mismas y que desarrollen una mente propia. De modo que dentro del contexto de un grupo todavía es posible actuar para socavarlo. Incluso en el terreno enemigo, por decirlo así, es necesario que uno no abandone su individualidad.
Las comunidades espirituales han tenido un impacto crucial en el pasado
Tenemos así cuatro estrategias a seguir para empezar a causar un impacto significativo en los problemas mundiales. Una red de comunidades espirituales de todo tipo, y de las cuales muchos de sus miembros estarían en contacto, podría ejercer un grado importante de influencia así como también podría (y dejémoslo en eso, una posibilidad) hacer que cambie el centro de gravedad de los asuntos del planeta. Las comunidades espirituales han tenido un impacto crucial en el pasado y, si tienen la suficiente vitalidad, es posible que lo vuelvan a tener.
No importa qué tan bajo sea el nivel en el que estemos operando
Ni que tan irrelevante sea la labor en la que nos desempeñemos, el verdadero individuo no es tanto el rey de la jungla sino el infatigable gusano. Si una cantidad suficiente de gusanos escarban su madriguera bajo los cimientos del edificio más sustancial que pueda haber, el suelo comenzará a aflojarse, a desgajarse, los cimientos cederán y quizás el edificio se agriete y se colapse. Del mismo modo, por muy poderoso que parezca el orden prevaleciente no será invulnerable a la influencia quebrantadora de una cantidad suficiente de individuos que colaboren directa o indirectamente.
Los grandes cambios sociales comenzaron de forma pequeña
Una comunidad espiritual necesariamente será pequeña. Así que lo mejor que podemos esperar es que haya muchas comunidades espirituales, que conformen una especie de red a través del contacto personal que establezcan sus miembros. Es de esa forma como se ejerce una influencia silenciosa e invisible, la cual, con suerte, podrá en algún momento alterar el centro de gravedad de los asuntos mundiales, haciendo que éstos pasen del conflicto entre grupos a la cooperación entre comunidades. Si se lograra esto y la influencia de la comunidad espiritual superara a la del grupo, entonces la humanidad en su conjunto estaría entrando en un nuevo estadio de desarrollo, más avanzado, una especie de evolución superior, como me gusta llamarla y que podríamos describir incluso como el quinto período en la historia de la humanidad.
Un cambio así en los valores que gobiernan al mundo es, probablemente, lo que podría salvarnos de la extinción de nuestra especie en un futuro no muy lejano. Es cierto que hay algunos signos esperanzadores (comunidad de solidaridad en contra de las guerras, la comunidad ecológica a nivel mundial, la de protección a los derechos de minorías, animales, discapacidados, etc.) al mismo tiempo es también posible que nos quede muy poco tiempo.
Cada uno debemos asumir nuestra posición de responsabilidad como seres morales y pensantes
En tal situación cada ser humano pensante adquiere el deber de asumir su posición y las responsabilidades que ella conlleva. Tenemos que captar que, sin excepción, éste es el asunto más importante que habremos de enfrentar jamás, ya sea de un modo individual o colectivo. Lo cierto es que se trata de algo más relevante que cualquier planteamiento meramente religioso que ataña al budismo como una religión formal o establecida. Es algo que concierne al propósito y a la supervivencia misma de la vida humana.
Fuente Sangharakshita