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1er Bardo
El Bardo del momento de la muerte.

En el libro tibetano de los muertos se instruye como dirigir a la persona que ha fallecido acerca de tres Bardos principales de la muerte: el Bardo del momento de la muerte, el Bardo de la Realidad y el Bardo del renacimiento.



1) El bardo del momento de la muerte o Bardo Chikhai
Lo que sucede en el momento de la muerte En el momento de morir la conciencia se retira de los sentidos; uno ya no oye nada; el sonido se deja de oír poco a poco y uno ya no ve nada, todo se vuelve borroso. Finalmente lo borroso incluso desaparece. Ninguna sensación táctil, ninguna sensación olfatoria, ningún sabor se percibe; la conciencia se retira de los cinco sentidos, del cuerpo físico. Finalmente la misma respiración se detiene. Uno inhala su última larga respiración y luego con un suspiro exhala (el famoso estertor); entonces hay un largo silencio y ya no se vuelve a inhalar. Para aquellos presentes parece como si la persona estuviera inconsciente. En este punto la conciencia se disocia completamente de todas las cosas mundanas. Desasociado de los sentidos, de la mente inferior se deslinda de todas las cosas que le interesaban. De sus pasiones y apegos, sus gustos y disgustos.

En ese momento, de acuerdo con el Libro Tibetano de los Muertos, ocurre una experiencia.

La luz de la Realidad
En ese momento uno de forma repentina experimenta por lo menos durante un instante, como si fuera un relámpago, la Realidad misma. Durante un instante cegador, esta Luz surge y luego desaparece- aparece lo que los budistas denominan el Dharmakaya. (lo que el texto denomina la Clara Luz de la Realidad o del Dharmadatu) Esta experiencia para la mayoría de las personas dura solamente un instante. En el caso de otras personas dura más tiempo esta experiencia. Sobre todo en el caso de aquellos que practican la meditación.

La experiencia de la realidad es aterradora
La gran mayoría, cuando se experimenta la Realidad de esta manera, en el momento de la muerte, resulta una experiencia aterradora. La mayoría de las personas sienten un miedo intenso cuando vislumbran esta revelación y retroceden. Se retiran ante ella. Es como si lo último que se quiere es a la Realidad. No podemos confrontar la Realidad. Es como dijo T.S. Eliot, "La humanidad no es capaz de aguantar mucha Realidad". Del mismo modo Aldous Huxley sugirió

“todo nuestro organismo psicofísico está diseñado para protegernos y defendernos del impacto de la embestida de la Realidad. Parecemos estar hechos para tamizar la Realidad de tal manera que solo gota a gota se recibe. Para así poderla asimilar”

Para aquellos que no se alejan de la realidad esta la Iluminación
De acuerdo con el Libro Tibetano de los Muertos, para aquellos que no se retroceden este momento o esta experiencia representa una gran oportunidad. Si uno no se retrocede, si uno no tiene miedo, si uno acepta, entonces de acuerdo con esta enseñanza, en ese momento uno puede unirse con la Realidad.

Pero para poder hacerlo en esta fracción de un segundo o lo que dure la experiencia uno debe reconocer a esa Realidad, a esa Luz, no como algo que proviene de afuera, ni como algo terrible, no como algo que irrumpe, uno debe reconocer la Clara Luz como algo propio. Como el resplandor de nuestra propia Mente Verdadera en su nivel más profundo y sublime.

De acuerdo a esta obra si uno ha reconocido la Clara Luz de la Realidad en el transcurso de su vida terrenal, quizá a través de la meditación, o en alguna experiencia mística espontánea, la unión con esta, en el momento de la muerte es más fácil. Es como si se reconociera algo que ha experimentado antes. Sin embargo todavía es difícil en este momento recoocerla porque la muerte es una experiencia, que hasta donde recordamos, no nos habia sucedido.

Ayuda espiritual en el momento de la muerte
Por lo que es necesario un poco de ayuda externa -un recordatorio por lo menos. Entonces, por lo tanto se proscribe que un maestro espiritual, o hermano en la fe, deberá recordárnoslo en ese momento. Deberá estar sentado a nuestro lado en el momento de la muerte recordándonoslo, susurrando tranquilamente en el oído “que lo que ves ahora, lo que estás experimentando ahora, esto es la Realidad, es la Clara Luz de la Realidad, tu propia mente: No tengas miedo, no te aterrorices; permite que aquella te jale hacia adentro, te absorba."

Es por eso el título completo de la obra es la "Liberación al Oír en el Estado Intermedio". Uno oye el consejo, el recordatorio del lama o hermano espiritual, y uno se tranquiliza y piensa, "De veras, no hay de que temer, esta experiencia de esta luz es la Clara Luz de mi propia mente; que me una con aquella."

Si uno logra unirse, uno se Libera y todo está bien. Uno ha logrado la Realidad, se ha emancipado del nacimiento y la muerte y el renacimiento.

Pero si uno no reconoce en esta etapa, si uno no es capaz de captar la experiencia, uno experimenta la Realidad una segunda vez, hay una segunda experiencia, pero esta vez, un poco menos clara.

La segunda experiencia de la Luz en el 1er bardo del momento de la muerte
Eso es lo que se conoce como la Clara Luz Secundaria. De acuerdo con el Libro Tibetano de los Muertos, esa luz surge media hora después de que la respiración haya cesado. También se puede alcanzar la Liberación en esta etapa. Pero de nuevo, un maestro o hermano en la fe debe recordarle de sus prácticas espirituales durante su vida, diciendo "No te olvides," -puesto que estás hablando con el cadáver- "No olvides tus meditaciones, lo que estás experimentando ahora es lo mismo. Lo que estás experimentando ahora es lo que experimentaste en esas prácticas. No tengas miedo, permite que te lleve, unete a la luz."

Es en algunos casos, la Liberación ocurre en esta etapa. Sin embargo en muchos otros casos no pasa así. Aquellos que no alcanzan la Liberación al ver la Clara Luz de la Realidad Primaria o la Clara Luz de la Realidad Secundaria, entran en un estado de desvanecimiento profundo, un coma, un estado sin consciencia que dura entre tres o cuatro días. Pasando al siguiente estado del bardo, el bardo de la Realidad o el bardo Chonyid.


Fuente: conferencia de Urgyen Sangharakshita